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Rem koolhaas - Villa Dall'Ava

martes, 29 de mayo de 2007

Rem koolhaas - Villa Dall'Ava
Texto-discurso, el cual se explica el proyecto de vivienda unifamiliar [Villa Dall'Ava]
Rem koolhaas ha estado siempre muy interesado en los proyectos a gran escala y en todo lo que estos implican, en la artificialidad y la fragmentación que producen, y en el modo en que su propia magnitud se convierte en antídoto contra esta fragmentación.

Es así como en la obra Villa Dall'Ava la opción quedó determinada por la notable influencia del entorno construido y del paisaje. Así, con objeto de preservar las relaciones visuales y de controlar las complejas correspondencias existentes entre los objetos arquitectónicos presentes, se optó por dividir el terreno en tres franjas, orientadas de este a oeste. La primera partición, definida como un jardín, se inscribe en la continuidad de la franja de la parcela superior y se prolonga hasta la entrada de peatones. La voluntad de preservar una franja no construida al fondo del solar permite establecer la idea de cruz en vacío, y valorar las nuevas relaciones de vecindad. La segunda franja la constituye el edificio longitudinal, y la tercera, asfaltada, permite el acceso al garaje. El volumen principal del edificio se dispone en el eje de la parcela, agrupándose los dormitorios en la planta superior en dos volúmenes perpendiculares al cuerpo principal ( a modo de departamentos individuales ) Las cubiertas ofrecen una vista panorámica de París.

Contexto físico de la obra

La casa está situada en Saint-Claud al oeste de París, en una colina a orillas del Sena, desde donde se puede observar la capital lejos de sus molestias o sus amenazas. En una calle de pendiente flanqueada de ciruelos y de grandes mansiones señoriales individuales con aspecto de piedra maciza y de colores cálidos. El arquitecto ha conservado a lo largo de la acerca un paño del antiguo muro sobre el que se yergue ahora una extraña caja de chapa ondulada de un gris metalizado. Una vez pasada la puerta de chapa lisa, se descubre un curioso objeto: la caja está en voladizo, soportada por una quincena de delgados pilares de acero que parecen titubear. Un estrecho camino de cemento se desliza sinuosamente por entre la hierba

Una segunda puerta de acero se abre en la fachada del sótano de la casa, plana y recubierta de sombría pizarra. Es una entrada relativamente angosta. Al dar un cuarto de vuelta a la derecha, se accede a un espacio embaldosado de mármol negro, inhabitable, aparentemente sin ninguna otra función particular que la de ser espacioso. En un rincón se encuentra una escalera metálica de caracol, que da media vuelta a la izquierda y he aquí que aparece una larga rampa inclinada y muy estrecha. Verdaderamente no se trata de un distribuidor, y menos aún de un pasillo. Es más bien un espacio procesional.

Cortinajes y celosías

A un lado de la rampa se abre un ventanal que da al vacío del aparcamiento. El otro lado lo cierra una gruesa estructura de contrachapado rústico, a la vez muro y mueble. Más lejos se distingue una segunda caja en voladizo recubierta de chapa ondulada, esta vez de color rojo metalizado. Al fondo, otra escalera oculta la vista, antes de que la sala de estar aparezca en toda su extensión: un recinto luminoso totalmente abierto al jardín que un gran cortinaje de seda amarilla permite obturar a voluntad, según se desee privilegiar una u otra vista. El vidrio continúa al seguir dando la vuelta; encontramos luego paredes opalescentes de cristal esmerilado, una celosía móvil de caña de bambú y otra de aluminio perforado. La estrecha cocina se aloja tras una curva traslúcida de plástico pálido (polyester).

Regresando al salón de movimiento, decimos que sólo tres sillones cúbicos de Le Corbusier lo amueblan. Nuestro arquitecto-agrimensor, ha pensado que basta con eso. Allí las vistas nos rodean por todas partes.

Mientras que todas las demás viviendas del barrio están construidas pegadas a la calle y con el jardín detrás, ésta se remete hacia el fondo de su parcela, desde donde se desarrolla, se exhibe y le roba las vistas a los vecinos más pudorosos.

De la habitación de la niña (con vista a la calle) una escalerilla permite acceder, mediante una puerta disimulada, una pasarela, flanqueada a modo de barandilla por tres largos cables de acero tensado. Una escalera industrial plegable permite descender de nuevo al jardín, si se quiere. Otra, muy empinada, conduce de un solo tramo a la terraza, rodeada de simple rejilla.

La piscina está allí, sobre el tejado, azul, larga, en situación vertiginosa, sin parapeto, apenas flanqueada en un costado por un portón de madera de teca, a esta se accede únicamente por el cuarto de los padres. Pesa unas 40 toneladas y se encuentra sostenida por la hilera de columnas que se encuentran por debajo de la misma (estructura portante, disimulada por la presencia de un mueble de madera que ocupa el papel de muro) y tienen su origen desde la planta de acceso. La misma actúa como viga. Ésta tiene un rol constructivo esencial, permite resolver el problema de los volúmenes transversales al cuerpo principal, creando un núcleo compacto para así cumplir con las exigencias requeridas.

Desde una última escalera, la de los padres, un ojo de buey contempla el fondo verde claro de la piscina. En esta casa uno se siente a la vez estimulado por la arquitectura y como zarandeado en lo que tiene de trivial, de carnal, en suma, de humano. Bellos espacios colectivos, celdas monacales a guisa de habitaciones, cuartos de baño ascéticos y ni un mueble de relleno. No hay espacio aquí para la nostalgia, los libros ni los trapos viejos. No tienen cabida aquí las viejas canciones de la bodega y del granero.

Colección de estereotipos

La mirada queda embargada por el movimiento de esta arquitectura dinámica e inestable. Todos los estereotipos de la arquitectura moderna están allí, todos los tópicos de la vanguardia. Pero un poco desplazados, maltratados en un collage manierista que deja sin aliento encadenamientos, disonancias rigurosamente controladas por un gran artista extremadamente libre, que se ríe en un tono severo de los dogmas o de las soluciones demasiado establecidas.

Contexto histórico-social

En 1981, Francois Mitterrand sustituyó como presidente de la República a Giscard d'Estaing, y Pierre Mauroy se convirtió en primer ministro. El gobierno de Mitterrand nacionalizó la mayoría de los bancos y de las firmas industriales, elevó los impuestos, amplió los beneficios sociales, incrementó el número de puestos de trabajo públicos, abolió la pena de muerte y acabó con el sistema de prefecturas centralizadas establecido por Napoleón. En 1982 y 1983, un receso económico y la escasa representación de las empresas de propiedad estatal provocaron que el gobierno impusiera devaluaciones de la moneda y medidas de austeridad. En julio de 1984, Mitterrand reajustó su gobierno. En 1986, Mitterrand eligió como primer ministro a Jaques Chirac, líder del RPR y alcalde de París. Esta fue la primera vez desde 1958 en que partidos opuestos gobernaban juntos en un denominado gobierno de "cohabitación". Chirac perdió las elecciones presidenciales de 1988 y Mitterrand eligió a su compañero socialista, Michel Rocard, como primer ministro.

Después de que Francia fracasara en los intentos diplomáticos para que Irak se retirara de Kuwait, los militares franceses entraron a formar parte de la coalición de fuerzas en la guerra del Golfo Pérsico.

En mayo de 1991, Rocard dimitió y Mitterrand eligió como primera ministra a Edith Cresson, la primera mujer que obtuvo el cargo de primer ministro de Francia. Cresson, muy impopular, fue sustituida en abril de 1992 por Pierre Bérégovoy. En las elecciones parlamentarias del año siguiente, el Partido Socialista perdió su mayoría en la nueva Asamblea. El presidente Mitterrand nombró a Edouard Balladur como primer ministro.

En mayo una auditoría encargada por el nuevo gobierno de Balladur reveló que el anterior primer ministro Bérégovoy había gestionado negativamente la economía francesa y manipulado la información respecto a la situación económica de Francia. Se temía que el alto déficit presupuestario, pudiera comprometer la integración de Francia en la Comunidad Europea. Anteriormente, el electorado francés había ratificado la adhesión al Tratado de Maastricht para fortalecer la integración política y monetaria con la Comunidad Europea, después de un reñido referéndum que encrespó al ambiente político francés. Antes de que se publicara el resultado de la investigación, Bérégovoy se suicidó. Balladur y su coalición de gobierno fueron reelegidos en marzo de 1994. En Mayo se inauguró oficialmente el túnel bajo el canal de la Mancha que conecta Francia con Gran Bretaña. Francois Mitterrand, gravemente enfermo, optó por no presentarse a una nueva elección.

Las elecciones presidenciales de mayo de 1995 convirtieron a Jacques Chirac en presidente de la República, al tiempo que Alain Juppé accedía a la jefatura de gobierno. Sus primeras medidas destinadas a reducir el déficit público a costa de los servicios sociales provocaron una dura reacción que se manifestó en el invierno de 1995 con huelgas generales y manifestaciones populares.

Tal clima de crisis social e inestabilidad política condujo a la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas por parte del presidente de la República. Celebradas en segunda vuelta el 1 de junio de 1997, los resultados supusieron un auténtico vuelco en la situación: la coalición formada por el Partido Socialista, los ecologistas y los radicales de izquierda obtuvo la mayoría absoluta. Juppé presentó su dimisión a Chirac y se constituyó un gobierno dirigido por el socialista Lionel Jospin. Se iniciaba así un período de "cohabitación", como ya había sucedido durante la presidencia de Mitterrand.

Contexto arquitectónico del siglo XIX

Los ejemplos de la Casa de Vidrio, de Philiph Jonsen y la Villa Savoy de Le Corbusier, son proyectos simples en donde se muestra la presencia de un jardín y un salón. Este tipo de arquitectura vanal, no contaminada por solicitudes específicas permiten alcanzar la arquitectura en lo que tiene de más puro.

El ángulo, la forma de la Villa Dall´Ava no le debe nada a la forma de hacer arquitectura de los años ´20; es el modo más delicado y más minimalista de explotar las posibilidades de un sitio tan frágil que cualquier forma maciza, como un cubo, lo hubieses matado.

2. Apropiación

Usuarios


Esta casa es habitada por un matrimonio y su hija. En primer lugar podemos decir que la casa presenta una división bien marcada entre lo que sería el área social y el área íntima. De hecho lo podemos notar en la distribución de dichos sectores ubicados en planta principal y planta alta respectivamente. La idea fue crear en planta principal con un área social cuya característica a destacar estuviese dada por la fluidez del espacio que permitiese simular de esta manera una " continuación del parque al interior de la casa". Por esta razón podemos notar la ausencia casi total de amoblamiento, de hecho, la escasa cantidad de mobiliario se encuentra orientada en sentido longitudinal (siguiendo la línea de los muros laterales) de manera de no establecer límites marcados. A su vez podemos destacar la presencia de grandes ventanales en todo su perímetro lo que facilita la relación "medio interno-externo". Refiriéndonos al área íntima, podemos decir que también notamos una división bien marcada entre ambos dormitorios, de tal forma, que los dormitorios actúan como departamentos individuales; es así como cada uno de ellos posee un área de servicios propia y una escalera que permite acceder en forma independiente a la planta principal.

Tradiciones

Podemos decir que, en cierta forma, la separación de los cuartos estaría dada por una división tradicional entre el sector que pertenece a los padres (por lo general más privilegiado) y otro sector independiente y separado, el de la hija.

Lista de actividades

El sector que constituye el living y el comedor se encuentra apto para desarrollar un sinfín de actividades dada su fluidez y ausencia de límites. En un sector medio encontramos la cocina ubicada en un lugar de "paso" cuyos únicos límites están dados por un mueble de madera dispuesto en sentido longitudinal y una "piel" semitransparente que acompaña la línea curva de la mesada. En cuanto a los dormitorios consideramos que no cumplen otra función específica dada su marcada separación del área social.

Jerarquía de usos

Como anteriormente señalamos, en la casa encontramos un sector de uso público constituido por la planta baja y otro sector de uso privado constituido por los dormitorios. A su vez podemos agregar la adhesión del parque al área de uso público debido a su "introducción" en el medio interno por medio de los grandes ventanales (el salón y el jardín son uno sólo, debido a la presencia de ventanas corredizas). En general, y desde nuestro punto de vista, consideramos que la casa ha sido hecha, casi en exclusividad, para uso interno de los integrantes de la familia. De hecho no encontramos un sector público muy ameno, debido a la ausencia de lugares aptos para la reunión.

Podemos decir que, en general, la planta principal se caracteriza por la ausencia de espacios de servicio ya que el único lugar que constituye un espacio en sí mismo es la cocina; la cual se encuentra al servicio del comedor. En la planta alta encontramos la presencia de dos baños, uno al servicio de cada cuarto.

Programa

Como ya se viene repitiendo, el pedido del cliente al arquitecto estuvo caracterizado por tres necesidades fundamentales:

- la presencia de un espacio amplio cuya característica principal estuviese dada por una fluidez que permitiese, en cierto modo, convertir esta área en una continuación del parque.

- la presencia de dos dormitorios con baño privado (un dormitorio para los padres y otro para su hija).

Y la presencia de una pileta ubicada en el techo de la casa desde la cual se pudiese vislumbrar (al igual que desde las dos terrazas ubicadas en los techos de los dos cuerpos transversales al cuerpo principal) una visión panorámica de la ciudad de París.

Contradicción número uno, se puede decir que la piscina y la caja de vidrio plantean el tema suburbano y urbano, al mismo tiempo.

Contradicción número dos, la casa es grande para un terreno chico. Este problema, el arquitecto, lo resuelve adaptando la casa al terreno.

Por otra parte agregamos la presencia de un garaje, cuyo acceso está dado por una franja asfaltada. El mismo se encuentra enterrado bajo el jardín.

Organización de actividades

En general podemos decir que la casa posee un área de servicios y un área íntima distribuida en forma puntual, al igual que la circulación. El área íntima está distribuida en forma puntual ya que cada dormitorio se encuentra ubicado en un diferente cuerpo transversal de la casa de manera de quedar distanciados uno del otro. Se puede comprobar esto, también, en la ubicación de un baño dentro de cada dormitorio, lo que hace que el uso del mismo sea exclusivo de los habitantes de dicho sector de la casa y no para otros ajenos a él.

En cuanto a la circulación, podemos decir que el tener una escalera para cada apartamento acentúa la individualidad de los mismos. En el caso de la rampa, esta evita atravesar el comedor y al mismo tiempo comunica las escaleras de ambos cuartos y la salida al garaje. En el segundo piso una larga crujía permite circular de un apartamento a otro, aunque todo aparentemente desalienta estos desplazamientos.

Por otra parte encontramos un sector social homogéneo debido a la ausencia de límites marcados, de manera de constituir un espacio único y fluido.

Escala humana

La magnitud de la casa es acorde a la escala humana, pero no así al terreno; la casa es de unos 250 m en tanto el terreno es de 650 m.







fuentes:
upload: dq
texto: emule & http://www.ilustrados.com/publicaciones/EpZlyEZAVkGFoclcAJ.php
imagenes: Peter Aaron en esto.com [http://www.esto.com/aaron.htm#gallery]

Peter Eisenman: "Un edificio debe plantear preguntas, no responderlas"

domingo, 27 de mayo de 2007

Peter Eisenman: "Un edificio debe plantear preguntas, no responderlas"

Anatxu Zabalbeascoa

El arquitecto estadounidense construye en Santiago de Compostela la monumental Ciudad de la Cultura de Galicia y proyecta, con el estudio londinense HOK, la ampliación del estadio del Deportivo de A Coruña en Riazor. Un hombre para quien la arquitectura no soluciona problemas sino que los crea.

Peter Eisenman (Newark, 1932) ha visitado Barcelona para hacer lo que le ha reportado una fama de proyectista extraordinario: debatir sobre arquitectura. Llegó a la Ciudad Condal, para discutir con Rafael Moneo, rodeado de colegas y estudiantes. Era su forma de homenajear a otro arquitecto amigo de la discusión y el debate, el desaparecido Ignasi de Solá-Morales, fallecido hace ahora un año.




PREGUNTA. Usted dedicó muchos años a buscar una vanguardia arquitectónica genuinamente americana. ¿Sus trabajos actuales son el resultado de esa búsqueda?
RESPUESTA. No buscaba exactamente una vanguardia, buscaba sentido crítico. Quería cuestionar la belleza clásica, la organización funcional. Buscaba encontrar un término capaz de definir la cultura americana que no fuera simple aceptación de lo que venía ya dado. Lo que hago como arquitecto es hacerme preguntas. No existe una relación lineal entre lo que conoces, lo que defines y lo que haces, pero siempre me he hecho preguntas, ése es el nexo. Hoy sé que la diferencia entre el resto de las artes y la arquitectura es que ésta se mueve entre dos responsabilidades, la que contraes con la propia disciplina y la que te une al cliente, y que esa bicefalía afecta a la forma de los edificios.

P. Se ha mantenido como un agitador del debate arquitectónico. Superado el deconstructivismo, parece que en su país han recuperado una filosofía genuinamente americana, el pragmatismo.

R. Estoy en contra. Para mí siempre existirá una metafísica de la arquitectura. Eso es lo único persistente, lo único que regresa, con el paso del tiempo, en los mejores edificios. A Richard Rorty, el máximo abogado del pragmatismo filosófico, siempre le contesto que los arquitectos necesitamos la metafísica del pragmatismo. Los pragmáticos aseguran que lo que no se vende en el mercado no es un éxito. Es decir, la aceptación popular de un edificio es lo que mide su éxito y equiparan éxito a calidad.


P. ¿Qué barómetro emplea para medir la bondad de un edificio?

R. La duda. Un edificio debe plantear preguntas, no responderlas.

P. Desde fuera las ideas para una arquitectura pragmática parecen de sentido común: solucionar problemas, tratar a los edificios como un objeto en proceso, no como proyectos terminados...

R. Sí, pero el sentido común tiene poco que ver con la arquitectura. Los mejores edificios siempre tienen problemas con el sentido común, lo cuestionan. El pragmatismo asume que la arquitectura existe para solucionar problemas cuando la mejor arquitectura crea problemas. Antes de la Revolución Francesa nadie creía que la arquitectura sirviese para solucionar problemas. La arquitectura era una manifestación de poder. Tras la Revolución Francesa, la figura del arquitecto se transformó. Dejó de ser un artista para convertirse en una especie de san Jorge que debía vencer al dragón de la corrupción y la jerarquía y así aparecieron instituciones como colegios, prisiones, fábricas y hospitales: proyectos sociales que transformaron a los antiguos artistas arquitectos en agentes sociales. Piranesi, Bramante, Borromini, Le Corbusier... los mejores arquitectos han sido gente que se complicó la vida.

P. Al hablar de la mejor arquitectura siempre lo hace con ejemplos europeos.

R. En mi país no existió la cultura arquitectónica hasta que Venturi escribió sus libros. Complejidad y contradicción en la arquitectura y Aprendiendo de Las Vegas. El resto carecía de discurso.


P. ¿Ni siquiera Frank Lloyd Wright?R. Wright fue un hombre en el desierto, un expresionista del desierto. En España hay una gran cultura sobre Gaudí, pero no es una de las grandes figuras arquitectónicas. Sólo me interesan los arquitectos con una ideología consistente, con un discurso razonado. José Luis Sert lo tuvo y en ciertos momentos Viaplana, Miralles, Moneo o Sáenz de Oíza. El resto pueden ser buenos o malos, pero no han cuestionado nada y, por tanto, no han aportado nada que los transcienda. Para aportar algo se debe cuestionar el status quo. Cuando comenzó Wright hizo buenas casas, luego para continuar lo que tanto había gustado no se le ocurrió nada mejor que repetirse hasta la saciedad.P. ¿No le pasa eso a todo el mundo?
R. Querer gustar sí, pero repetirse hasta la saciedad sólo a los que envejecen y dejan de crecer. Por eso, para mí, Loos es un arquitecto más importante que Wright. Fue el Schönberg de la arquitectura. Me interesan los arquitectos capaces de preparar el terreno para que otros hagan cosas.P. Usted es neoyorquino, ¿cómo juzga la reacción de su Gobierno tras el 11-S?R. Tenemos un presidente que es un cowboy. En EE UU existe una mentalidad tipo John Wayne de 'vamos a por ellos', y eso es lo que está ocurriendo. Están arrasando Afganistán y ¿qué han conseguido? Furia. Es fácil destrozar y matar y lo terrible del terrorismo es que no se puede hacer nada. No puedes reaccionar y eso es inhumano. Si alguien te pega puedes no responder de la mejor manera imaginable. El mundo hoy es modernidad contra fundamentalismo. Pero llegado a un extremo no es cuestión de tener razón o no. No hay razón que justifique que maten a tu hijo mientras está sentado tomando un refresco.
P. ¿Afecta eso a la arquitectura?
R. El terrorismo ha existido siempre, pero ningún terrorista había borrado del mapa dos edificios. América no había tenido tantos muertos desde la guerra civil en 1862. Eso convierte el 11-S en un momento definitivo que marca un antes y un después en la historia y en la arquitectura.
P. ¿Por qué?
R. Es la primera vez que un gran acontecimiento, que las televisiones no habían previsto, se transmite en directo. ¿Cómo se puede representar algo que ha sido tan visto, tan difundido? Hablan de construir un memorial. ¿Cómo puedes hacer algo así cuando no queda nada por imaginar? La televisión mata la imaginación. La arquitectura se ha encargado siempre de representar la imaginación, pero cuando la imaginación se comporta tan despóticamente con la imagen no queda nada que imaginar. Los arquitectos vamos a tener que pensar otra manera de imaginar los edificios.
P. ¿Cuál?
R. No lo sé. Tengo preguntas pero no respuestas. La televisión ha robado a la arquitectura el impacto de la imagen. Deberemos explorar otros campos más allá del visual.P. Sus últimos edificios ya lo hacen. Han abandonado las formas para convertirse en territorios. Son más orgánicos que fraccionados.R. Con la Ciudad de la Cultura que construyo en Santiago he tratado de crear un palimpsesto, un edificio cuyo impacto no sea visual. Un lugar que funcione a capas, como una cartografía de la topografía del lugar, de la ciudad medieval y de la ampliación moderna. Me encargaron un gran edificio y estamos excavando un territorio.




Las dos vidas de un arquitecto
PETER EISENMAN llegó pronto a la arquitectura y tarde a la construcción. Este norteamericano se doctoró en Cambridge y esa estancia en Europa marcó su educación, su manera de ver el mundo y su arquitectura. Cuando con 50 años decidió abrir un estudio ya había dado clase en las universidades más prestigiosas del planeta, de sus manos había nacido la revista Oppositions -el vehículo del debate arquitectónico de su país de los años setenta- y de su voluntad había surgido el Institute for Architecture and Urban Studies, una academia para la crítica arquitectónica. Se mantenía además como una figura clave en el discurso deconstructivista. Tras una década de ensayos domésticos el arquitecto entró en crisis. Sus proyectos se exhibían en la Bienal de Venecia, pero un cliente lo acusaba de tener más interés en investigar que en construir su casa. Eisenman encajó la crítica. Su respuesta fue abandonar la teoría y concentrarse en la práctica. Comenzó a participar en concursos. Con el tiempo le llegaron los grandes encargos y con ellos las grandes responsabilidades. Al Centro Wexner en la Universidad de Ohio siguió el edificio de oficinas Koizumi Sangyo en Tokio. Hoy, desde los 70 años, contempla su vida como un cúmulo de azares, pero su arquitectura se ha tornado más orgánica, más arraigada, más sólida.

El País (España), sábado 23 de marzo de 2002
fuente: ADR

Rem Koolhaas - CCTV Building

martes, 22 de mayo de 2007

Links de Referencia

viernes, 11 de mayo de 2007

Referentes

Links para visitar


fuente: Fernando Sandoval

SEIS PREGUNTAS, DOCE RESPUESTAS

miércoles, 9 de mayo de 2007

SEIS PREGUNTAS, DOCE RESPUESTAS.
LUIS FERNÁNDEZ-GALIANO.
2003. 108
B O L E T Í N T É C N I C O CIRCO






6. Formación: cenizas y azúcar.

La formación es otro nombre de la conciencia crítica. Evitando a la vez las cenizas frías del cinismo y las montañas azucaradas de la conformidad, la investigación en el laboratorio de proyectos debería mostrar las colosales pilas de basura generadas por el progreso técnico y enseñar al arquitecto a curar las heridas de la tierra.
Cenizas de ganado británico, The New York Times, 6 de mayo de 2001.
Azúcar en un almacén de Texas, The New York Times, 6 de mayo de 2001.


Dos montones almacenados en naves anónimas, extraídos de dos secciones diferentes de un mismo ejemplar de periódico, que retratan taquigráficamente nuestra relación enferma con el medio natural. La fotografía superior proviene del suplemento dominical del New York Times, y representa las montañas de ceniza producto de la incineración de ganado llevada a cabo en Gran Bretaña para combatir la difusión de la fiebre aftosa, que por su potencial toxicidad y riesgo epidemiológico se hallan provisionalmente almacenadas en espera de una ubicación definitiva. La fotografía inferior, publicada el mismo día en la sección de economía del diario norteamericano, muestra una montaña formada por 55.000 toneladas de azúcar sin refinar, adquiridas por el gobierno como una medida de control del precio y depositadas en un almacén de Texas mientras se decide qué uso dar a estos excedentes que el mercado es incapaz de absorber. Pocas imágenes reflejan con mayor concisión la estructura de producción de alimentos en el mundo industrial: profundamente agresiva con el entorno y las demás especies, con los resultados patológicos que ilustra la montaña de cenizas; y desmesuradamente subvencionada o protegida, con los efectos disparatados que evidencia la montaña de azúcar. Una estructura, además, que a través de instrumentos como la política agraria común europea o el Farm Bill americano tiene la consecuencia perversa de arruinar las economías agrícolas y ganaderas del Tercer Mundo, provocando hambrunas, inestabilidad y migraciones masivas. Acaso la arquitectura, en tanto que disciplina crítica, debería ensayar nuevas formas de insertarse en un contexto material y energético cuya sostenibilidad es imprescindible para la supervivencia de


El presente texto nace como respuesta a una encuesta del Instituto
Berlage sobre el arquitecto contemporáneo y el carácter de su formación.



1. Sociedad: la Babel Horizontal.

Los rascacielos de la ciudad compacta desafían menos al dios de la tierra que las urbanizaciones de la ciudad dispersa: el cultivo de la tierra es más importante que la conquista del cielo. Para llegar a ser un jardinero de ladrillos, un arquitecto de hoy debe estar tan familiarizado con la construcción como con el paisajismo.
Lucas van Valckenborgh, La torre de Babel, 1594.
Alex S. MacLean, urbanización en Dublin Canyon, California, 2000.


Siempre me ha parecido extraño que los arquitectos utilicen como emblema la Torre de Babel (el Congreso madrileño de la
UIA en 1975 lo empleó como cartel, y ese es sólo un ejemplo (entre mil), dada la naturaleza ominosa de esta construcción inacabada, pero quizá desdeñan el final punitivo y catastrófico del relato veterotestamentario, o acaso el carácter demiúrgico de los héroes modernos se identifica con lo que el mito tiene de desafío al poder divino. En todo caso, ignorando la confusión de lenguas, la interrupción de la obra y la dispersión de sus constructores, los arquitectos se reconocen en el hormigueo ajetreado de la versión de Breughel hoy en Basilea, y suponen que ese esfuerzo titánico por alcanzar el cielo prefigura la aventura del rascacielos contemporáneo. Aquí he querido subrayar que, al margen de los reproches ecológicos y sociales que cabe formular a la construcción en altura, existe una Babel horizontal que es aún más depredadora de los recursos de la tierra: frente a la ciudad densa, la urbanización dispersa consume cantidades ingentes de territorio y energía, devorando el paisaje como un cáncer de asfalto. Ninguna representación mejor de esa metástasis que las fotografías de Alex S. MacLean, el aviador y arquitecto que ha documentado con escalofriante belleza y pertinencia la transformación del territorio norteamericano y la extensión capilar u oceánica del sprawl. La imagen onírica y dramática de la urbanización residencial californiana se compara con una Torre de Babel flamenca menos familiar que las canónicas, pero cuyo paisaje y horizonte dialogan mejor con la violenta herida en la geografía apacible de Dublin Canyon. No sé si los arquitectos deben ser siempre también urbanistas, pero a todos nos beneficiaría que poseyeran al menos la sensibilidad y el talante del jardinero.
5. Laboratorio: una encrucijada de ideas.

El laboratorio de arquitectura es una encrucijada de las ideas y las formas, donde lo científico y lo utópico se fertilizan mutuamente. Desde la Karl Marx Strasse de
Frankfurt a la Karl Marx Allee de Berlín, realidad y deseo modelan la vivienda y la ciudad. Pero las mutaciones urbanas se ensayan primero en el estudio.
El cruce de Lassallestrasse y Karl Marx Strasse en Frankfurt, 1985.
La Karl Marx Allee de Berlín en 1940 y en 1989.


La fotografía del poste indicador es una trouvaille añeja.
Tropezamos con los rótulos durante un viaje por la vivienda de las vanguardias, y aquella alusión conjunta a Lassalle y Marx en el callejero de una Siedlung de Frankfurt me pareció tan ajustadamente pertinente que me apresuré a fotografiar la señal con el fondo neoplástico de un testero residencial. El socialismo utópico y el que se denominó a sí mismo
‘socialismo científico’ componen desde luego el telón de fondo ideológico de esa formidable aventura cultural y social que fueron los nuevos barrios obreros de la Europa de entreguerras, y el idioma reductivo de los holandeses fertilizados por Wright se convertiría a través de la Bauhaus en la más influyente lingua franca del movimiento. La coincidencia toponímica me mueve a formular una enmienda a ese paisaje luminoso a través del antes y el después de la Kart Marx Allee berlinesa, que muestra paradigmáticamente como el insalubre ‘Berlín de piedra’ se transformó tras la guerra en una ciudad higiénica pero también desnaturalizada y discontinua, al desaparecer el tupido tejido viario de la traza tradicional: es la historia abreviada del triunfo y el fracaso de la modernidad urbana en las periferias europeas, aquí presentada de forma más dramática por su comparación con la ciudad compacta destruida por bombardeos o demoliciones. Se trata de mostrar el rostro en penumbra de la modernidad dogmática, y hacerlo con un ejemplo que, si bien elocuente, no es el más desdichado. Cuando la Karl Marx se llamaba aún
Stalin Allee, el revisionista Aldo Rossi elogiaba su esfuerzo à la Hilberseimer por dotarse de cierto orden monumental y geométrico, un rasgo arcaizante de la avenida berlinesa que todavía hoy la rescata en parte del naufragio de la urbanidad moderna en la anomia desvalida y sin forma.
2. Innovación: un laberinto de escaleras.

El Babel de la innovación está lleno de escaleras que no llevan a parte alguna. En el seno de este laberinto de escalas ascendentes que prometen éxito y suministran frustración, la investigación arquitectónica debería evitar el exhibicionismo de las acrobacias y seguir la estrecha senda de la experimentación y la perseverancia.
Alexandra Ekster, escenografía del Ballet Satánico, 1922.
Constant, Nueva Babilonia, 1967.


Estas dos imágenes exponen un pequeño descubrimiento erudito.
Las conocidas acuarelas y pinturas de Constant que representan su Nueva Babilonia como un laberinto de escaleras provienen, creo, de las escenografías de Alexandra Ekster para el Ballet Satánico de 1922, y el nexo de unión es probablemente el empleo de un dibujo de Ekster en el cartel realizado en 1929 por Elissa Ichiyasu para la famosa película de Kozintsev La Nueva Babilonia, cuya acción tenía lugar en la comuna parisina de 1871, referente mítico de la izquierda libertaria a la que pertenecieron Constant y los demás situacionistas. Más circenses que teatrales, los dos escenarios representan una abigarrada confusión de escaleras de mano y figurantes, caligráficamente coreografiados en el ballet ruso —alegre como un Cirque du Soleil pese a su apelativo satánico— y agobiantemente agrupados en la esforzada acuarela del holandés, que prescinde de trampolines o columpios para mostrar a sus personajes en laborioso ascenso por un maraña de escalas de Jacob aliviadas por plataformas. Nunca he entendido bien la popularidad de Constant —un mediocre artista que recicló las esculturas de Pevsner o Gabo, se atribuyó la condición de arquitecto amateur bajo la tutela de Aldo van Eyck e ilustró las derivas urbanas de Guy Debord a través de su testaruda Nueva Babilonia— pero Mark Wigley, el historiador que mejor ha documentado su obra, asegura hallar su huella en multitud de episodios de las últimas vanguardias. Aunque admire al autor de La sociedad del espectáculo, su epígono artístico me irrita sobremanera (y todavía más desde que un editor norteamericano lo empleó para acompañar la versión inglesa de mi Discurso contra el arte), así que elegí esos pueriles laberintos para representar las acrobacias vacuas de la innovación exhibicionista.
4. Responsabilidad: masa, poder, engaño.

La representación del poder está íntimamente vinculada con los engaños de la cultura de masas. Si la responsabilidad del arquitecto no se detiene en el umbral de la política ceremonial, la del crítico se extiende a las falsificaciones de la historia. Hay muchas historias, pero ninguna es inocente.
Giuseppe Terragni, Casa del Fascio en Como, 7 de mayo de 1936.
Giuseppe Terragni, Casa del Fascio en la revista Quadrante, 1936.


Las historias de la arquitectura son unánimes en su representación de la Casa del Fascio como un objeto casi intemporal, fascinante por su lenguaje reductivo y su abstracción extrema. La imagen más frecuentemente reproducida lo muestra con una apretada multitud a sus pies, en contraste con la cual el edificio levanta su volumen exacto: una geometría blanca sobre una alfombra oscura moteada de cabezas, tan natural como un prado salpicado de flores o las aguas rizadas de un lago. Sin embargo, la fotografía corresponde a un momento histórico, la celebración popular de la conquista de Abisinia y la proclamación del Nuevo Imperio Romano, y fue retocada para eliminar la bandera italiana con el retrato de Mussolini y para hacer más compacta y homogénea la masa anónima reunida en la plaza. Este género de falsificación, que presenta la arquitectura deshuesada de contexto, es aún más reprochable cuando oculta la naturaleza agresiva del fascismo, admirablemente expresada por la foto del Duce con casco que preside el júbilo colectivo por la conquista militar de una colonia y el retorno retórico a una grandeza imperial basada en la fuerza de las armas. El que Terragni fuese un fascista militante no le otorga ni le resta talento artístico, pero ayuda a entender la naturaleza de su obra: no es una circunstancia adjetiva que pueda omitirse sin perjuicio de la inteligibilidad histórica de su arquitectura. La presentación ingenua de una modernidad progresista ignora su cooptación por el fascismo italiano, los coqueteos del nazismo völkisch con el expresionismo o, en sentido contrario, el clasicismo enfático del New Deal de Roosevelt. Si existe una responsabilidad del arquitecto, ésta es más amplia que la elección estilística, ridículamente reductivo papel tornasol con que tantas veces se juzgan comportamientos y trayectorias.
3. Profesión: Dymaxion versus Truman.

La investigación técnica de Dymaxion no es menos pertinente que la búsqueda sociológica del mundo de Truman. Un arquitecto puede practicar la profesión como inventor de objetos políticamente neutros o como satírico social del conformismo estético: el futuro puede residir en la cápsula o en la cáscara.
Fotografía publicitaria del Dymaxion de Buckminster Fuller, 1941.
The Truman Show, rodada en el Seahaven de los Nuevos Urbanistas, 1998.

El debate técnico y estético de la arquitectura se apocopa en la sociología de la casa. Aquí, las dos fotografías están superadas por sesenta años, pero muestran en ambos casos al varón sonriente dejando el hogar camino del trabajo. La estructura familiar descrita por los folletos de la casa Dymaxion de Buckminster Fuller y la representada por Truman Burbank en la sátira de Peter Weir son equivalentes. Tanto el proyecto de Fuller como la película de Weir son utopías futuristas, nuevas Babilonias que pretenden conformar o conjurar al mundo que viene; pero mientras la vivienda redonda fabricada por el ingeniero con la chapa ondulada de los silos agrícolas es una construcción optimista que traduce el ideal jeffersoniano de autonomía al código de la producción industrial, los facsímiles tradicionalistas empleados por el cineasta como escenario urbano de una vida televisada son una prefiguración pesimista del universo postindustrial que reemplaza la experiencia por el simulacro. La cabaña esencial de la Dymaxion o las cúpulas geodésicas adoptadas por la contracultura de los sesenta tienen el perfume primitivo de lo elemental, y lo que hace a Fuller tan americano es precisamente la combinación del individualismo de pionero y el conformismo social del inventor o charlatán empeñado en el éxito de sus patentes y empresas. En contraste, el retrato cáustico de Weir utiliza el comunitarismo amable y próspero del nuevo urbanismo —con su azucarado cóctel postmoderno de Frank Capra y Norman Rockwell— para realizar una crítica abrasiva de la sociedad del espectáculo. La pareja de imágenes podría comentarse subrayando que la casa más antigua es la más moderna; pero es más pertinente destacar que la figuración tecnológica puede ser socialmente conservadora, y las formas tradicionales vehículo de una práctica crítica.

fuente: ADR.